Slow Food Bilbao-Bizkaia con Virginia Berasategi

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Deia 22/08/2012: Diario de una pregonera

Aquí sigo, dándolo todo. La verdad es que saco provecho de cada instante, de cada minuto que vivo esta Aste Nagusia vestida de amarillo. ¡Me está dando una cantidad de satisfacciones! Momentos tranquilos, momentos de locura (principalmente por la noche, sabrán excusarme) y momentos de ternura. Ayer visitamos a Kirmen, mi antecesor, en la clínica del IMQ, tan nueva y bonita. Pero no, no fue por nada malo, al contrario. Nerea y yo llevamos un ramo de flores al hospital porque el mismo día que yo salía a la balconada del Arriaga, él entraba en el quirófano con su mujer para ver nacer a su pequeño Aitzol. ¡Zorionak a la familia Uribe, de corazón!

¿Recuerdan que ayer les contaba cómo los comparseros me retaron a que subiera a todas las barras de las txosnas a bailar? Bueno, pues, como soy mujer competitiva y me apunto hasta a un bombardeo, la noche del domingo me desmelené en las txosnas de Moskotarrak, Txomin Barullo, Sin Cuartel, Bizizaleak y Pinpilinpauxa. ¿Digo que me desmelené? Lo di todo, como nunca. En serio, estuve hasta las cinco de la mañana. Y eso que había dicho: «Hoy no me voy a liar, tomo algo y me voy a casa a descansar, que ha sido una jornada relativamente tranquila y la semana es muyyyyy larga». Pues bien, dicho y no hecho. Es que estaba disfrutando tanto que se me echó el tiempo encima. Claro que no pensé en que al día siguiente, osea ayer, me tenía que levantar a las ocho menos cuarto de la mañana para ir a la calle Bailén a la sesión de rehabilitación de mi rodilla.

Dormí poco, pero no me sentí nada cansada durante todo el día. Quizás porque no paré; que si me siento un poquito (no digo nada si me recuesto en algún rincón) no hay quien me levante.

¡Ah, qué bueno! No quiero olvidarme de contarles una cosa. Ayer estuve en la kukaña, en el muelle de El Arenal. Fue superdivertido y, claro, yo también quise participar. Vamos, que me agarré al palo… y me caí seguido al agua, que, por cierto estaba fresquita y muy rica. Me quito, de verdad, el sombrero ante quienes son capaces de llegar hasta el final. Es tremendamente difícil y se necesita mucha maña. Al menos, fui bien alimentada. Ya les conté lo de mi desayuno doble. Ayer lo repetí y, además, comí con los chicos del slow food, que tienen unas cosas estupendas.

No quiero olvidarme hoy de mandar un saludo a los amigos del Beti Jai Alai, que ayer estuvieron en la Plaza Nueva. Ellos me enseñaron lo que sé de las dantzas. Eskerrik asko!

 

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