Deia 07/12/11:"Un santuario de la buena mesa"

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La charcutería Prost, sucursal de La Moderna, celebra su segundo aniversario apostando por la calidad

Espíritu alemán, corazón algortarra. La charcutería Prost, sucursal de La Moderna, emblema alemán en pleno corazón de Bilbao, se consolida en su segundo año de vida como un santuario de la buena mesa, quintaesencia del paladar. El placer gastronómico aguarda en este rincón entregado en el descubrimiento de pequeñas joyas artesanales de la alimentación.

La pareja formada por Oskar Martínez y Naiara Álvarez cierran el círculo de la saga Thate, que desembarcó en 1922 en Bilbao. El fundador, Hermann Thate, trasladó a la villa su espíritu emprendedor que le llevó desde su Halle natal al sur de Europa. Este alemán se reinventó para escapar a su destino como guarda forestal. «No le gustaba. Aquí, después de ser camarero en el café Iruña, abrió la charcutería con las enseñanzas de un amigo berlinés», recordaba su nieto, Enrique Thate.

La charcutería Prost coge el testigo y mantiene la seña de identidad de la casa. En este tiempo, el establecimiento se ha convertido en un embajador de la gastronomía alemana importando la Oktober Fest en versión veraniega, la Summer Fest, desarrollada en los últimos dos años con gran afluencia de público.

Pero el local es mucho más que una charcutería al uso. Erguido entre dos supermercados, se nutre del cariño de los pequeños productores de la alimentación para sobrevivir a la competencia como delicatessen. «Cuando abrimos hace dos años decían que estábamos locos. Ahora, la gente no gasta con la alegría de antes, pero le siguen gustando las cosas ricas», señalaba Oskar Martínez.

Su principal aportación es la existencia de productos exclusivos asequibles al bolsillo de los clientes. «El 99% de lo que tenemos no lo encuentras en una gran superficie, pero se venden a un precio de mercado. No por ser mejores son más caros», destacaba. La charcutería se envuelve en el buen gusto bajo el sello Slow Food, que fomenta las producciones artesanales realizadas con esmero.

En tiempos de estrecheces, cuando la economía desaconseja las salidas a restaurantes, Prost ofrece una comida de empaque a precios asequibles. Y es que el local concentra las esencias culinarias para transportar al amante de la buena mesa por una experiencia de los sentidos.

Oskar y Naiara comparten con la clientela los descubrimientos de su propia inquietud de comensales. «La mayor parte de lo que vendemos lo consumimos previamente. Ahí están las salchichas Thate que comemos desde que éramos críos», reconocía Oskar. La pareja echa mano de sus proveedores anteriores junto a nuevas incorporaciones descubiertas en ferias especializadas del sector.

Y el buen beber Entre sus encantos destaca una pequeña vinacoteca que rastrea el planeta para ofrecer revelaciones ocultas para los grandes circuitos comerciales. Las estanterías son casi un objeto de culto para extender el conocimiento del buen vino a la calle con 35 denominaciones de origen desde productos de año a grandes reservas.

Bodegas de Extremadura, Calatayud o el sur de Australia conviven con pequeñas producciones de Rioja o txakolineras provocando la admiración de los entendidos. «Me quedo asustado con la selección que vende, ya me gustaría tenerla. Hay pequeñas joyas», exclamaba José Ramón Calvo, enólogo de la bodega Gorka Izagirre de txakoli.

Los vinos alternan con cervezas de importación, donde vuelve a destacar lo alemán. Prost se manifiesta de nuevo como un museo viviente donde se exponen al consumidor rarezas como la cerveza más antigua del mundo que se mantiene en el mercado, la germana Weihenstephaner, que se empezó a servir en 1040.

Los placeres también se abren paso en el queso, con productos procedentes de Francia o Alemania, junto a clásicos del Estado, sin olvidar a referencias indispensable de la mesa vasca como el Idiazabal.

Prost también se abre al baserri vasco para ofrecer productos de temporada de la máxima calidad. Así, además de los embutidos, salchichas y hamburguesas de la factoría Thate, el establecimiento ofrece txistorra y morcilla de Bakio, cervezas artesanales de Urduliz, huerta ecológica de Gorliz.

Precisamente, el aniversario sirvió para homenajear a uno de estos productores autóctonos, el baserritarra Juan Antonio Zabala, auténtico superviviente en un Getxo cada vez más urbano. «Ya no queda nadie, los jóvenes no quieren quedarse en el baserri», lamentaba.

Su buen hacer le ha convertido en una referencia en la producción autóctona con una avalancha de primeros premios en la feria de Santo Tomás en la categoría de ganado.

Su dedicación preserva los sabores perdidos del caserío. «Alimento a los animales durante medio año con maíz y les dejo sueltos. Por eso tienen otro sabor», señalaba.

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