Deia 16/01/2012: Sabor y tradición a fuego lento

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Pasear ayer por las calles de Mungia era toda una experiencia sensorial. La localidad celebró su Lapikoko Eguna y en pleno centro del municipio los pucheros lanzaban ese apetecible y suave plop-plop propio de los cocidos que se gestan a fuego lento. La cita era en Matxin Plaza y Foruen Plaza, donde desde bien temprano, los concursantes dieron vida a las cazuelas para alegría de vista, olfato, y sobre todo, paladar. Este es el segundo año en el que esta localidad celebra este evento, organizado por el Ayuntamiento de Mungia y por Txispeleta Mungiako Skaut Taldea, con el objetivo de impulsar y dar a conocer aún más uno de los productos locales por excelencia: la alubia de Mungia. Así, este muncipio se reafirma en su ya veterana apuesta por seguir el movimiento Slow Food, que defiende los alimentos autóctonos y la cocina tradicional y reposada.

Un total de 58 cazuelas de alubias se presentaron ayer a este concurso gastronómico. Tal y como explicaron desde Txispeleta, los participantes procedían sobre todo de Mungialdea, aunque no faltaron concursantes llegados de otras zonas de Bizkaia como Galdakao, Bilbao, Santurtzi o Derio. «Con esta iniciativa se pretende potenciar la alubia de la zona, por ello cuando se inscriben preguntamos la procedencia de la que van a utilizar», afirmaron desde Txispeleta. «Además, queremos fomentar esta forma de cocinarlas, la forma antigua, lenta, en fuego bajo», añadieron. Así, en este certamen estaba prohibido el uso de las putxeras, más tradicionales en comarcas vecinas como Enkarterri.

A medida que avanzaba la mañana, el epicentro de la celebración se llenaba de animación y de curiosos que no querían perder detalle del quehacer de los cocineros que se esforzaban entre fogones. Entre los participantes se encontraban varios miembros del txoko Bidezabal de Bakio, que este año repetían en este concurso y que se esmeraban en dar vida al humeante puchero que albergaba dos kilos de alubias procedentes de Akorda, de la variedad de alubia de Gernika. «Esta iniciativa es una cosa buena, es una manera de potenciar la materia prima de la zona», aseguró Jon Ormaza, miembro de este txoko, mientras removía el espeso manjar. Para Ormaza, la clave de este plato es dejar que se haga «suave, suave, a base de horas; con tranquilidad». «Hay que hacer bien la verdura, y echarle buen chorizo y tocino, a ser posible caseros», añadió este bakiotarra, que reconocía que si algo les gusta de este día es «la chuflilla, pasarlo bien y estar en cuadrilla con amigos». Y está claro que esta fórmula planteada por Ormaza va por muy buen camino, ya que esta cazuela se hizo con el tercer premio del certamen. Aunque la organización preparó mesas en Andra Mari para quien quisiera quedarse a comer, los miembros de esta cuadrilla prefirieron llevar las alubias al txoko para dar buena cuenta de ellas posteriormente.

Alubias de la zona Los que también se mostraban más que orgullosos con sus tres enormes cazuelas, eran los miembros de la agrupación mungiarra Andui Kultur Elkartea. Entre bromas, hamaiketakos y esmero, mimaban a las alubias que txiri-txiri se cocían al fuego. «Esta es la que va a ganar», pronosticó uno de ellos, muy seguro, con la tapa del puchero levantada. José Mari Uriarte, miembro de Andui, explicó cómo ellos también participaron en la anterior edición. Para él, apostar por la alubia de la zona «es importante e interesante». De hecho, esta cuadrilla elaboró cada uno de sus pucheros con una alubia de diferente procedencia de la comarca. «Una cazuela está hecha con alubias de Jatabe, otra con alubias de Birle y otra con alubias de Sondika», resaltó Uriarte.

La soleada y fría mañana transcurrió envuelta en ambiente de fiesta, ya como preludio de la gran feria de San Antontxu que Mungia celebrará el miércoles. Finalmente, ya por la tarde, se dio cuenta de los ganadores del certamen. El primer premio se quedó en casa, ya que fue para la cazuela presentada por el txoko Txintxu, de Mungia. El segundo premio recayó en Kuliska, y el tercero fue a manos de los bakiotarras del txoko Bidezabal.

Todos ellos demostraron que el lapikoko, hecho con reposo y con materia prima de primera, es todo un manjar.

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