El Correo 29/05/2020: «De menú: tartar, rabo y más aplausos»

Publicado en Sin categoría
0

Acostumbrados a salir a las ventanas y balcones a agradecerles la encomiable labor que llevan haciendo desde el estallido de la pandemia, resultaba emocionante ver ayer a algunos de los sanitarios que se están dejando el alma en su lucha contra el coronavirus manejándose entre tenedores y cuchillos, echándose grandes risotadas e incluso charlando de cosas tan fantásticas como la primavera caribeña que vive estos días Bilbao. Algunas, como Josebe Vicente, han vivido incluso la doble condición de médico y paciente tras sufrir los estragos de un virus que «a punto estuvo» de enviarla a la UCI y al que poco a poco se le está controlando, pero frente al que no conviene bajar la guardia. 

«Nada de obsesionarse, pero sí mucha responsabilidad y prevención», recomendaba ayer, sentada en una elegante mesa de metacrilato desprovista de mantel del restaurante Aizian, la jefa de Neumología del Hospital de Cruces. Milagros Iriberri fue una de las 30 profesionales sanitarias, entre médicos, enfermeras, auxiliares y celadores del centro baracaldés y del de Santa Marina, que se pasaron por el comedor de Jose Miguel Olazabalaga

Los sanitarios cambiaron los quirófanos y las batas por otra sala de operaciones, mucho más saludable y apetitosa. En su regreso a los fogones, que oficializará hoy tras casi tres meses cerrado, el chef de Galdakao les rindió un sentido homenaje. Tímido y de pocas palabras, ayer se soltó la lengua para alabar su buen hacer: «Todos lo hemos pasado mal viendo las cifras de muertos que nos está dejando esta tragedia, pero lo vuestro no tiene nombre. Habéis luchado día a día por sacar esto adelante y lo habéis conseguido. Es un honor poder compartir este nuevo inicio con los héroes y las heroínas de esta pandemia», confesó.

image.jpeg

«Platos que gustan mucho»

Olazabalaga les preparó un menú al que daban ganas de hincar el diente desde el aperitivo hasta el último plato. «Os he preparado clásicos del Aizian que gustan mucho», les informó a las puertas del local. Iriberri sabía de que iba la cosa porque es una habitual de su cocina. Se arrancó con un tartar de gamba blanca, siguió con unos hongos salteados, continuó con una merluza de anzuelo a baja temperatura con emulsión de mejillones, prosiguió con un rabo de buey, endulzó los paladares con unas torrijas de pan casero y remató el postre… con más aplausos. Poco faltó para que el comedor se viniese abajo de la emoción. 

Pero la comida tenía más miga, porque se trataba de que personal cualificado, y qué mejor que el médico, testara las medidas de seguridad e higiénicas implementadas para velar por la salud de la clientela. Aparte de poder limpiarse los zapatos y sandalias en una alfombra preparada para su desinfección y medirles la temperatura -cosa que ayer no hizo pero que realizará a todo el público a partir de hoy- dispuso a la clientela en mesas separadas dos metros entre sí y sentó a los comensales en grupos de cuatro y cinco personas salvando entre ellos una distancia de metro y medio. «Entiendo que es suficiente para evitar posibles contagios», aseguró Olazabalaga, que recibió el OK de unos profesionales a los que se les vio encantados. «Nos ponen cosas fantásticas y encima luego no tenemos que fregar», repetían.

Pero a quien más contenta se veía era a Josebe Vicente. Presumía de anticuerpos y estar inmunizada -«a ver hasta cuándo», matizó-, pero reconoció que las había pasado «canutas». El pasado 9 de abril dio positivo y el 16 ingresó en Cruces, donde pasó 9 días. «Nada fáciles. Estuve en la planta Covid y lo pasé fatal. Tenía unos dolores articulares intensísimos, eran tremendos. Perdí el olfato, el gusto… Tuve todo: fiebre, tos… No dejaba de preguntarme ‘¿yo me voy a morir aquí? ¿también me va a pasar a mí?’».

 ¿Qué tal se encuentra ahora?

– Bien, pero si tengo que ir ahora de aquí a San Mamés, igual llego con la lengua fuera y no puedo más. Hay que dar tiempo al tiempo porque nadie conoce a este virus.

En el otro extremo de la sala, la neumóloga Iriberri insistía en la necesidad de ir «volviendo a la normalidad» con precaución, pero «sin obsesión», mientras daba buena cuenta del tartar.»

Deja tu comentario con

Escribe un comentario

Todos los campos con * son obligatorios.

*

Loading Facebook Comments ...