Bilbao y su "efecto culinario"

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Una cocina para no olvidar las tradiciones gastronómicas puramente locales. En eso consiste la filosofía de la llamada slow food. Y parece que Bilbao es un ejemplo mundial en cuanto a esta doctrina se refiere. La ciudad cambió hace años el hierro por el titanio con la construcción del Museo Guggenheim Bilbao, pero continúa siendo toda una slow city, un lugar donde disfrutar pausadamente del placer vinculado al alimento. Al menos, así se percibe al otro lado del charco, donde el periódico The New York Times publicó a principios de mes, en su suplemento dominical un artículo sobre cocineros vascos que preparan «platos con talento», con ademanes «artísticos», otorgándole a la capital vizcaina un lugar privilegiado en la lista de afamados destinos culinarios. El diario americano lo hace, precisamente, tras la apertura ayer del Bar Basque en la sexta avenida de la gran manzana, cuya carta ofrecerá platos vizcainos. La prestigiosa publicación hace así referencia a «la profunda conexión que los bilbainos sienten por los productos locales» y al trabajo de cuatro cocineros vascos que marcan tendencia.
Como no podía ser menos, no falta entre las líneas del artículo, titulado In Bilbao, It»s Not Just the Museum (En Bilbao no sólo está el museo), el nombre de Josean Martínez Alija, chef del Restaurante Guggenheim Bilbao. A este maestro le atribuye la tendencia de deslumbrar, no sólo a través del paladar, sino también visualmente, teniendo una gran capacidad para la interacción entre las texturas y sabores. Y es que la cocina que llevan a cabo estos maestros nada tiene que ver con la llamada fast food. Martínez Alija es un salvaguardor de la gastronomía local, de los productos más tradicionales, al igual que ocurre en el restaurante Azurmendi. «Engañosamente bucólico». Así lo define el reportaje que firma Lisa Abend. Allí es donde el chef Eneko Atxa pone todo su empeño en irradiar creatividad y, según la publicación norteamericana, el pinche pone el espectáculo «al servicio del sabor». Y lo hace con «una desenfrenada creatividad», lo que le convierte en otro de los creadores de referencia en Euskadi que no pasa desapercibido para el resto del mundo. En esta ruta no se han dejado en el tintero al restaurante Mina, el cual cuenta, según el periódico, con el tipo de cualidades que «esperas descubrir cuando viajas», como son «una localización modesta» y «buena comida». El rotativo se sorprende de que no se le haya prestado demasiada atención a este emplazamiento, pero Álvaro Garrido, el chef, afirma que querían «darse tiempo para madurar», por lo que no se habían anunciado. En este restaurante, The New York Times se queda con el postre. A estos los califica de «especialmente buenos». Y es que suelen ser el plato más esperado, algo de lo que disfrutar con ritmo lento y pausado, como precisamente propone la filosofía de la slow food.
Asimismo, no se olvidan Baskcook, que cuenta con el chef Aitor Elizegi como jefe de fogones, a quien le atribuye la elaboración de «buenos platos de manera sencilla», enmarcándole en este movimiento que aboga por dejar atrás la comida rápida e impulsar hábitos beneficiosos para mejorar la salud.
La publicación del texto no hace más que elevar el prestigio de la cocina vasca en el resto del mundo y proponer a Euskadi como un destino a tener en cuenta. Ritmos lentos y meditados para disfrutar del paladar mientras la capital vizcaina continúa experimentando una rápida y fascinante transformación. Una nueva reseña positiva en la prensa norteamericana tras el aval que a principios de semana el Wall Street Journal dio al Ayuntamiento de Bilbao por sus saneadas arcas, en contraposición a las endeudadas economías municipales del resto del Estado.Una cocina para no olvidar las tradiciones gastronómicas puramente locales. En eso consiste la filosofía de la llamada slow food. Y parece que Bilbao es un ejemplo mundial en cuanto a esta doctrina se refiere. La ciudad cambió hace años el hierro por el titanio con la construcción del Museo Guggenheim Bilbao, pero continúa siendo toda una slow city, un lugar donde disfrutar pausadamente del placer vinculado al alimento. Al menos, así se percibe al otro lado del charco, donde el periódico The New York Times publicó a principios de mes, en su suplemento dominical un artículo sobre cocineros vascos que preparan «platos con talento», con ademanes «artísticos», otorgándole a la capital vizcaina un lugar privilegiado en la lista de afamados destinos culinarios. El diario americano lo hace, precisamente, tras la apertura ayer del Bar Basque en la sexta avenida de la gran manzana, cuya carta ofrecerá platos vizcainos. La prestigiosa publicación hace así referencia a «la profunda conexión que los bilbainos sienten por los productos locales» y al trabajo de cuatro cocineros vascos que marcan tendencia.
Como no podía ser menos, no falta entre las líneas del artículo, titulado In Bilbao, It»s Not Just the Museum (En Bilbao no sólo está el museo), el nombre de Josean Martínez Alija, chef del Restaurante Guggenheim Bilbao. A este maestro le atribuye la tendencia de deslumbrar, no sólo a través del paladar, sino también visualmente, teniendo una gran capacidad para la interacción entre las texturas y sabores. Y es que la cocina que llevan a cabo estos maestros nada tiene que ver con la llamada fast food. Martínez Alija es un salvaguardor de la gastronomía local, de los productos más tradicionales, al igual que ocurre en el restaurante Azurmendi. «Engañosamente bucólico». Así lo define el reportaje que firma Lisa Abend. Allí es donde el chef Eneko Atxa pone todo su empeño en irradiar creatividad y, según la publicación norteamericana, el pinche pone el espectáculo «al servicio del sabor». Y lo hace con «una desenfrenada creatividad», lo que le convierte en otro de los creadores de referencia en Euskadi que no pasa desapercibido para el resto del mundo. En esta ruta no se han dejado en el tintero al restaurante Mina, el cual cuenta, según el periódico, con el tipo de cualidades que «esperas descubrir cuando viajas», como son «una localización modesta» y «buena comida». El rotativo se sorprende de que no se le haya prestado demasiada atención a este emplazamiento, pero Álvaro Garrido, el chef, afirma que querían «darse tiempo para madurar», por lo que no se habían anunciado. En este restaurante, The New York Times se queda con el postre. A estos los califica de «especialmente buenos». Y es que suelen ser el plato más esperado, algo de lo que disfrutar con ritmo lento y pausado, como precisamente propone la filosofía de la slow food.
Asimismo, no se olvidan Baskcook, que cuenta con el chef Aitor Elizegi como jefe de fogones, a quien le atribuye la elaboración de «buenos platos de manera sencilla», enmarcándole en este movimiento que aboga por dejar atrás la comida rápida e impulsar hábitos beneficiosos para mejorar la salud.
La publicación del texto no hace más que elevar el prestigio de la cocina vasca en el resto del mundo y proponer a Euskadi como un destino a tener en cuenta. Ritmos lentos y meditados para disfrutar del paladar mientras la capital vizcaina continúa experimentando una rápida y fascinante transformación. Una nueva reseña positiva en la prensa norteamericana tras el aval que a principios de semana el Wall Street Journal dio al Ayuntamiento de Bilbao por sus saneadas arcas, en contraposición a las endeudadas economías municipales del resto del Estado.

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